Los secretos de los superenvejecidos: cómo algunas personas prosperan más allá de los 100 años

0
16

Durante décadas, los científicos han observado un fenómeno curioso: algunas personas llegan a una edad extrema (100 años o más) con una función cognitiva notablemente conservada. Estos “superenvejecidos” desafían la narrativa convencional del inevitable deterioro mental, lo que llevó a los investigadores a investigar por qué algunos cerebros permanecen afilados incluso cuando los cuerpos envejecen.

Los cerebros que vencieron las probabilidades

Los estudios realizados por Emily Rogalski, Ph.D. de la Universidad Northwestern, muestran que los cerebros de las personas superavejecidas a menudo se parecen a los de personas sanas de entre 50 y 60 años. Esto no es sólo suerte; es una diferencia demostrable en la estructura y función neuronal. A pesar de la contracción esperada del tejido cerebral con la edad (el cerebro de una persona típica de 90 años pesa aproximadamente un 10% menos que el de una persona de 40 años), estos centenarios muestran resiliencia. Sus cerebros contienen una mayor densidad de neuronas von Economo, células especializadas vinculadas a la comunicación rápida, y demuestran una notable capacidad para resistir la degradación relacionada con la edad.

Esto es importante porque los cambios cerebrales relacionados con la edad no son meramente cosméticos. La corteza prefrontal, fundamental para el pensamiento complejo, y el hipocampo, vital para la memoria, se reducen con el tiempo. Sin embargo, los superenvejecidos parecen eludir este proceso. Algunos incluso exhiben cerebros plagados de los mismos marcadores físicos del Alzheimer avanzado sin experimentar ningún deterioro cognitivo. Un individuo estudiado en Ámsterdam seguía siendo plenamente funcional a los 108 años a pesar de tener graves cicatrices cerebrales.

Resiliencia, ¿no sólo genética?

Investigadores de la Universidad Vrije de Ámsterdam descubrieron que el 60% de los centenarios evitan la demencia, desafiando la suposición de que el deterioro cognitivo es inevitable. Esto plantea preguntas críticas: ¿están estos individuos genéticamente predispuestos a la longevidad cerebral o resisten activamente el deterioro mental?

El trabajo de Rogalski sugiere lo último. Ella observa que las personas que superan la edad comparten un rasgo común: una resiliencia excepcional frente al estrés extremo. Ya sea que sobrevivan a un trauma de guerra, una pérdida personal o una enfermedad potencialmente mortal, exhiben una capacidad constante para adaptarse y seguir adelante. No se trata sólo de “pensamiento positivo”; es una diferencia fundamental en cómo sus cerebros procesan la adversidad.

El efecto meseta

El hallazgo más notable es que una vez que las personas súper envejecidas alcanzan cierta edad (alrededor de 100-101 años), su función cognitiva tiende a estabilizarse. A diferencia de las poblaciones más jóvenes, donde el riesgo de demencia aumenta linealmente con la edad, los centenarios que se mantienen alerta pueden seguir siéndolo durante años, desafiando el típico declive exponencial. Esto sugiere que está en juego un mecanismo de protección, ya sea innato o desarrollado a lo largo de una vida de resiliencia.

Una investigación internacional que incluye más de 100.000 escáneres cerebrales refuerza esta idea: el cerebro se adapta a lo largo de la vida y algunos individuos exhiben una capacidad extraordinaria para resistir el deterioro cognitivo hasta una edad avanzada.

En conclusión, si bien la demencia sigue siendo un riesgo importante con la edad, la existencia de personas superavejecidas demuestra que la salud cognitiva no está predeterminada. Sus cerebros demuestran una capacidad notable para resistir la degradación, adaptarse al estrés y mantener funciones mucho más allá de lo que alguna vez se consideró posible. El estudio de estos individuos ofrece información invaluable sobre la capacidad de resiliencia del cerebro y el potencial para retrasar o incluso evitar el deterioro cognitivo relacionado con la edad.