Los cambios recientes en las prioridades de financiación de Estados Unidos y las tensiones políticas están debilitando gravemente la infraestructura sanitaria mundial, según los debates en la reunión de la Sociedad Estadounidense de Medicina e Higiene Tropical (ASTMH). Los recortes, impulsados por las políticas de la administración actual, amenazan la preparación para una pandemia, la colaboración internacional e incluso la seguridad sanitaria interna. Las consecuencias se extienden más allá de las pérdidas financieras inmediatas: corren el riesgo de perder una generación de científicos, erosionar la confianza en el liderazgo estadounidense y poner en peligro los logros obtenidos con tanto esfuerzo en el control global de enfermedades.
La disminución de la asistencia refleja preocupaciones más amplias
La asistencia a la reunión de ASTMH disminuyó significativamente (de 4.700 el año pasado a alrededor de 3.500 este año), lo que refleja el impacto de los recortes de fondos, los problemas de visas y las preocupaciones de seguridad entre los asistentes internacionales. Fue sorprendente la ausencia de representantes del gobierno estadounidense, en particular de los NIH, los CDC y el Departamento de Defensa. Según Jamie Bay Nishi, director ejecutivo de ASTMH, muchos investigadores europeos y canadienses se muestran reacios a viajar a los EE. UU. debido a una mayor aplicación de la ley por parte de ICE y a las preocupaciones sobre la discriminación racial.
Esta disminución indica una tendencia más profunda: una creciente desconfianza en el compromiso de Estados Unidos con la colaboración sanitaria global. Los recortes no son sólo números en una hoja presupuestaria; impactan directamente la capacidad de los científicos e investigadores para conectarse, compartir conocimientos y responder eficazmente a las amenazas emergentes.
La erosión del liderazgo estadounidense
Los expertos en la reunión de ASTMH destacaron cómo la retirada de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los recortes a USAID están revirtiendo décadas de progreso en la salud global. Wafaa El-Sadr, de la Universidad de Columbia, señaló que mientras los países de altos ingresos tienen un mayor acceso a tratamientos avanzados, las naciones de bajos ingresos luchan por el acceso básico a medicamentos esenciales. El Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA (PEPFAR), un logro histórico que salvó 26 millones de vidas y evitó innumerables infecciones por VIH en recién nacidos, ahora está en riesgo.
Estados Unidos gasta 872 mil millones de dólares en defensa anualmente (más que los siguientes nueve países que más gastan juntos) y asigna menos del 1% de su presupuesto a iniciativas de salud global. Este desequilibrio pone de relieve una peligrosa mala asignación de recursos, priorizando el gasto militar sobre las medidas sanitarias preventivas que, en última instancia, protegen los intereses estadounidenses.
La preparación para una pandemia está en riesgo
Sten Vermund, decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad del Sur de Florida, enfatizó que el aislamiento de Estados Unidos debilita su propia preparación para una pandemia. El brote de ébola de 2014-16 expuso esta vulnerabilidad: Estados Unidos gastó 2.500 millones de dólares preparándose para brotes a nivel nacional, pero solo 250 millones de dólares en apoyo a África, donde ocurrieron la gran mayoría de los casos. El NIAID incluso detuvo el desarrollo de la vacuna contra el ébola en 2012.
Vermund señaló que programas como ENVISION, que se centraban en enfermedades tropicales desatendidas, fueron cancelados debido a los recortes de fondos de USAID. Se han congelado o cancelado ensayos clínicos internacionales y subvenciones de los NIH, por un total de 800 millones de dólares, incluidos 500 millones de dólares para la investigación de vacunas de ARNm. Los CDC enfrentan un recorte presupuestario del 53% (pérdida de 5 mil millones de dólares), lo que eliminará 42.000 empleos y más de 60 programas importantes en prevención de enfermedades crónicas, VIH/SIDA, inmunización y prevención del uso de sustancias.
El costo de la experiencia perdida
Daniel Jernigan, ex director del Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas Zoonóticas y Emergentes de los CDC, advirtió que los CDC están ahora “paralizados” por la microgestión y las pérdidas de personal. La agencia ha perdido la cartera de científicos jóvenes (bioinformáticos, laboratoristas, epidemiólogos y analistas de datos) debido a congelaciones de contrataciones y recortes presupuestarios. Melinda Rostal, científica de salud pública, señaló que la competencia laboral es feroz, con hasta 1.000 solicitantes para cada puesto.
Los ex funcionarios de los CDC Deb Houry, Demetre Daskalakis y Daniel Jernigan renunciaron en protesta por el despido de la directora de los CDC, Susan Monarez, lo que indica una crisis más profunda dentro de la agencia. Según se informa, la administración está intentando condicionar la ayuda exterior al intercambio de especímenes biológicos y secuencias genéticas sin garantizar el acceso a las vacunas o medicamentos resultantes.
En conclusión, las políticas actuales de Estados Unidos están desmantelando décadas de progreso en la salud global, socavando la preparación para una pandemia y erosionando la confianza internacional. Estos recortes no son sólo una cuestión de presupuestos; representan un fracaso estratégico que tendrá consecuencias de largo alcance tanto para la estabilidad global como para la seguridad de Estados Unidos. La pérdida de experiencia científica y la erosión de las asociaciones de colaboración dejarán al mundo (y a Estados Unidos) más vulnerables a futuras crisis sanitarias.






























